La psicología

No hay ninguna duda de la importancia de la psicología en las inversiones. No en vano uno de los aspectos fundamentales de la inversión en bolsa es mantener a raya las emociones. Y no es fácil, porque las emociones están presentes en todos los aspectos de la vida, incluso a la hora de invertir.  Cuando tú cree que lo tienes todo controlado afloran de manera inesperada e intentando empujarte en el sentido contrario de lo que marca tu lado racional.

Todos pensamos que tenemos la estrategia completamente interiorizada y que no dudaremos cuando vengan mal dadas, pero lo cierto es que nuestra mente está gobernada por una serie de sesgos que interfieren con nuestro buen juicio y nos hacen tomar decisiones de inversión equivocadas. Es tan fácil caer en estos prejuicios que muchos te resultarán muy familiares e intuitivos.

Ah, y si crees que la psicología es algo fácil de controlar en los mercados échale un ojo a este vídeo. Es una parodia, pero lo que se dice no está muy alejado de la realidad:

Gestionar el aspecto psicológico es fundamental

Invertir para vivir mejor no tiene sentido si vives peor para invertir. O dicho de otro modo, en el punto medio está la virtud. Tienes que actuar razonablemente para que tu vida sea satisfactoria y al mismo tiempo te prepares para vivir mejor.

Sé feliz, sin más

Esto, que es tan fácil de decir, tiene muchas implicaciones. Tendrás que decidir como vives, como ahorras y como inviertes y asegurarte de que encaja con una vida feliz. Si piensas que es muy complicado, lee esta fantástica guía sobre como invertir siendo feliz. Verás que sobrepasa en muchos aspectos el ámbito estrictamente técnico de la inversión y que en muchos puntos se centra en mantener satisfecha al alma. Seguro que no te dejará indiferente.

Cuida a tu pareja

Uno de los aspectos que nunca cuidamos suficiente es cómo afecta la inversión a nuestro entorno familiar. Muchas veces la pareja es quien más lo sufre y no le queda más remedio que aguantar estoicamente nuestros monólogos sobre inversión. Lo normal es que uno de los dos se ilusiona mucho con la inversión y sobre todo con el objetivo final (alcanzar la independencia finanicera) y el otro, en el mejor de los casos, le sigue. Y digo en el mejor de los casos porque hay veces en que no quiere ni oír hablar de invertir sus ahorros en algo tan azaroso como la bolsa. En ese caso, una de nuestras principales tareas será demostrarle que no tiene mucho de azaroso y que invertir en buenos negocios es la mejor opción.

Eso sin contar con que muchas veces tienen confianza ciega y sin condiciones en nuestra gestión. Piénsalo un momento: si fuese tu pareja la que gestionase la cartera familiar ¿le dejarías hacer y deshacer como te deja ella a ti ahora? En el fondo su postura es muy complicada. La pareja del inversor tiene que lidiar con el pasotismo, el orgullo y la curiosidad. El tema les aburre pero al mismo tiempo es su dinero y quieren tomar las decisiones y, aunque no quieren dedicarle tiempo, la curiosidad a veces es más fuerte.

Pero no te ilusiones demasiado: que se acaben involucrando hasta el punto de invertir personalmente no es muy habitual. Como mucho se familiarizan con las bases de la estrategia y de la operativa por si algo pasase.

Pero eso no quita para que haya que intentar que se involucren. El camino se completa mucho más rápido si todos vamos a uno, así que una mínima implicación hay que pedirles. No lo trates como un tema menor, porque tienes muchos años por delante y es muy diferente invertir con el apoyo y colaboración de tu pareja que hacerlo sólo con su consentimiento. Además, muchas veces tu pareja se da cuenta de que le falta implicación y en el fondo te está pidiendo de manera silenciosa que le ayudes.

Y si, por casualidad, tienes la suerte de que tu pareja es de las que toma un papel un poco más activo, recuerda dejar claras las reglas del juego: tener confianza, definir el nivel de libertad que tendrás para operar y asegurarte de que no habrá reproches cuando vengan mal dadas. Que en algún momento vendrán mal dadas, no lo dudes ni un instante.

No dudes de la estrategia

Has dedicado mucho tiempo a formarte, has escogido una estrategia que sabes que funciona y que encaja con tu carácter y llevas muchos meses llevándola a la práctica. Hasta ahora la bolsa no te ha puesto a prueba pero, de repente, las cotizaciones caen un 20%. Lees las noticias y sí, parece que hay causas para que eso pase, pero un 20% de ajuste deja los precios de algunas de tus empresas en unos niveles muy atractivos. El problema es que al mismo tiempo tu cartera está en rojo y psicológicamente es difícil de aguantar. Son tus ahorros y, aunque sólo has invertido lo que no necesitas, ver que ahora mismo pierdes una parte de ellos es doloroso.

Esta situación, gestionar la mente cuando la bolsa cae,  es compleja, pero la única manera de superarla es haciendo que la racionalidad se imponga ante la irracionalidad. Tendrás que tirar de todo lo que has aprendido, recordar todos los argumentos que en su momento te parecieron irrebatibles y fijarte en los que han triunfado en la bolsa a largo plazo, que normalmente son los que operan poco y aprovechan las oportunidades para comprar más.

Sesgos psicológicos de la inversión

Un sesgo psicológico es un efecto que produce que nuestra mente no procese la información como debiera. Eso nos llevará a una mala interpretación de la realidad, un juicio erróneo o una interpretación que no tiene sentido. Es decir, es una trampa de la mente que hace que interpretes mal la información disponible. Y una parte de la inteligencia financiera es ser capaz de superar estas trampas en el proceso de toma de decisiones.

Los sesgos psicológicos son los responsables de muchos de nuestros comportamientos. Por ejemplo, cuando intentas convencer a alguien de que utilice nuestra estrategia de inversión, es muy complicado que lo acepte de primeras, ya que tiene muchos prejuicios adquiridos durante décadas que le hacen valorarlo negativamente.

En nuestro contexto, podemos hablar, por un lado, de sesgos emocionales y cognitivos que afectan a la inversión y, por otro, de sesgos específicos de la inversión a largo plazo y en concreto de la inversión en dividendos.

Sesgos emocionales

Los sesgos emocionales se refieren a los razonamientos que proceden de sentimientos o emociones. Las finanzas conductuales intentan conjugar la teoría clásica financiera, que trata a los individuos como seres racionales que actúan sólo en base a información objetiva y generan un mercado que se comporta de modo eficiente, con los aspectos psicológicos de los inversores. Si lo piensas, tiene mucho sentido: separar inversor y persona no es posible. Por ejemplo, ¿puede un inversor aislar completamente su percepción como cliente de una empresa en la que invierte o quiere invertir y actuar sólo en base a los datos objetivos que tiene de la empresa?

Veamos los diferentes tipos de sesgos emocionales

El exceso de confianza

A todos nos ha pasado. Hacemos una operación buena y nos venimos arriba. Empezamos a pensar que podemos replicar ese acierto en lo que claramente es una confianza ciega en nuestras opiniones, conocimiento, habilidades o capacidad de análisis. Normalmente el tiempo te suele poner en tu sitio, pero no sin un coste económico.

La sobreconfianza nos lleva a subestimar el riesgo y a focalizar en exceso nuestra inversión en nuestras «mejores ideas». Esto se traduce normalmente en carteras poco diversificadas y a operar demasiado.

Aversión a la pérdida

Normalmente la sensación de por una pérdida es mayor que la sensación de placer ante una ganancia del mismo importe. Hasta aquí no hay problema. Por ejemplo, la razón mayoritaria que esgrime la gente para no invertir en bolsa es el miedo a perderlo todo.

¿Cuándo se convierte el problema? Cuando ya estás dentro y el rechazo a reconocer la pérdida te lleva a mantenerte en esa inversión o incluso en sobreponderarla para intentar recuperar esa pérdida inicial.

Aversión al arrepentimiento

Consiste en evitar tomar decisiones ante el miedo a equivocarse. Toda la vida esperando que una super-empresa llegue a un precio atractivo. Sabes que si eso ocurre es porque la empresa estará pasando un mal momento porque estas empresas rara vez dan oportunidades pero cuando ocurre no te atreves a invertir por si acaso. Otro ejemplo: una de las empresas en las que has invertido ha sufrido un deterioro claro de su negocio y tiene muy mala pinta. En vez de venderla y buscar una opción mejor la mantienes por si recupera.

El arrepentimiento siempre va a estar presente. No acertarás siempre (nadie lo hace) y por lo tanto desearás no haber hecho alguna operación en la que te habrás equivocado. El problema aparece cuando analizas qué hacer, tienes claro lo que hay que hacer, pero dejad de hacerlo por miedo a equivocarte.

El efecto de arrastre (Bandwagon)

Se produce cuando hacemos o creemos en algo cuando los que nos rodean lo hacen. ¿A donde va Vicente? A donde va la gente. En inversión es algo muy habitual. Una empresa se pone de moda y por todos lados proliferan recomendaciones de compra. Parece que si no la tienes estás perdiendo la oportunidad de tu vida. Y no es que esté especialmente barata respecto a hace unos meses o que haya pasado nada que justifique ese interés repentino, pero toda la comunidad se vuelca.

Otro ejemplo sería la modo de los fondos value de gestoras españolas. Hace unos meses hubo una especie de fiebre y parecía que la mejor estrategia sin lugar a dudas era dejarle nuestro dinero a Paramés y compañía. Incluso los más puristas cedieron e incluyeron en su cartera una pequeña representación de estos fondos.

No digo que sean buenos o malos, sólo que el efecto arrastre hizo que muchos inversores acabasen utilizando estos instrumentos.

Autocontrol

Y si no hacer nada por miedo a arrepentirte puede ser un problema, actuar por impulso y no ser capaz de mantener el plan inicial lo es mucho más. Por ejemplo, para un inversor de largo plazo, no vender una empresa cuyo negocio está empeorando puede ser un error (o no, porque podría remontar) pero vender a la mínima seguro que es un problema. Las empresas pasan por malos momentos y el ruido de mercado (las malas noticias, sanciones, cambios de legislación, rumores de fusiones, etc…) harán que dudes de las acciones que tienes en cartera.

Mantener el control es fundamental. Operar por impulso sólo beneficia a la Agencia Tributaria y al broker, y lo más probable es que te conduzca mayoritariamente a errores de inversión que a aciertos.

No hacer nada (Status Quo)

Tradicionalmente se considera un sesgo emocional pero para el inversor a largo plazo podría considerarse una virtud, aunque estrictamente aunque vayas a largo plazo no podrás no hacer nada. Puntualizando un poco, algo siempre tienes que hacer. Por lo menos estar al tanto de las noticias de las empresas, leer los resultados y ver si siguen mereciendo estar en cartera. Si haces esto, cosa muy recomendable, ya no estarás cayendo en el sesgo emocional de no hacer nada, pero también tendrás que actuar en caso de que las empresas hayan dejado de ser aptas para nuestra estrategia de inversión..

Legado (Endowment)

Se habla de legado cuando nuestras decisiones de compra o venta están influenciadas por la sensación de confort que nos proporcionan los activos. Dicho de otra manera, nos costará menos comprar acciones que no tenemos que vender acciones que tenemos, básicamente porque llevan tiempo en nuestra cartera y sabemos cómo se comportan. Este sesgo puede afectar en que concentremos demasiado nuestra inversión en esas empresas.

Errores cognitivos

Los sesgos cognitivos, como su propio nombre indica, no tienen su origen en las emociones sino en razonamientos cognitivos que son errores.

Errores cognitivos debidos a la creencias

Conservatismo

Consiste en dar más importancia a la información que hemos recibido primero. Es decir, si nos hacemos una idea de una empresa en base a la información que teníamos en el momento del análisis, el conservatismo nos evitará o nos inducirá a una cierta resistencia a cambiar de idea por información nueva que nos pueda llegar posteriormente.

Confirmación

Relacionada con la anterior, en general tendemos a dar más valor a las opiniones afines o argumentos que confirmen nuestras creencias. De la misma manera tenderemos a descartar o tener en menos consideración los argumentos contrarios a nuestra decisión.

Si has comprado acciones de una determinada empresa, buscarás las opiniones que confirmen que ha sido una buena inversión y obviarás las que destaquen sus debilidades. La manera de luchar contra este sesgo es valorar todas las opiniones, sin hacer juicios previos.

Representación

Las experiencias pasadas influyen en tu manera de tomar las decisiones. El sesgo de representación aparece cuando la experiencia pasada se utiliza para decidir qué hacer sin que la situación actual tenga demasiado que ver con la referencia que utilizamos. El riesgo es darle mucha importancia a la información nueva y acabar sobreoperando por ver similitudes con cosas que nos pasaron en el pasado.

Ilusión de control

Relacionada con el sesgo emocional del exceso de confianza, la ilusión de control te hace cree que controlas todas las variables de una inversión, cuando lo cierto es que esto no es posible. Si crees que eres infalible acabarás con una cartera demasiado concentrada para tu nivel de conocimiento o realizando más operaciones de las debidas.

Evaluación en retrospectiva

Este sesgo te hace valorar el pasado de manera selectiva, recordando los aciertos y olvidando los fallos. Eso te lleva a la creencia de que esas operaciones eran predecibles y que en el futuro podrás replicarlo. El riesgo de este sesgo es la arrogancia, el pensar que lo haces muy bien mientras los otros lo hacen muy mal, y eso sólo puede llevar a perder dinero.

Errores cognitivos al procesar la información

Anclaje y ajuste

Consiste en dar más importancia a la primera información que nos llega, que actúa de ancla. El riesgo es, por ejemplo, decidir que las acciones de una empresa tienen un valor e irlo ajustando a medida que te llegan noticias, cuando lo correcto debería ser que la nueva información sirviese para añadirla a toda la disponible y hacer un nuevo análisis que tuviera todo en cuenta, en vez de hacer un ajuste.

Contabilidad mental

Aparece cuando tienes varias carteras con diferentes objetivos y las tratas por separado, basándote en la idea de que los objetivos de ambas son diferentes. Pero en el mundo real, el riesgo total que estás asumiendo es el de las dos carteras juntas, así que cuando diversificas hay que hacerlo de manera global.

Encuadre

Básicamente consiste en que una misma información puede dar lugar a diferentes conclusiones si se presenta de manera distinta. Por eso es importante no beber siempre de las mismas fuentes e intentar tener informaciones o interpretaciones enfrentadas del mismo hecho, como antídoto contra el sesgo del encuadre.

Disponibilidad

En general las personas tendemos a dar más importancia a la información que tenemos disponibles y recordamos con facilidad. O dicho de otro modo, la información que nos es familiar. Un ejemplo sería que la gente que tiene fumadores longevos a su alrededor percibe el fumar como un hábito menos dañino que los que han perdido algún familiar por alguna enfermedad derivada del consumo de tabaco, que tendría una percepción diametralmente opuesto.

Cuando lo llevamos al mundo de la inversión, la disponibilidad se refiere a elegir tus inversiones en función de lo conocidas que sean las empresas, los fondos o los gestores, cuando las buenas inversiones no tienen por qué corresponderse siempre con las más conocidas. También ha dar tu confianza a empresas en las que ya invertiste en el pasado y tuviste buen resultado. Estas prácticas nos llevan a carteras concentradas en activos que conoces, como empresas o gestoras de fondos españolas.

Sesgos específicos de la inversión en dividendos

Hasta aquí la teoría. Ahora vamos con cómo llevamos a la práctica estos sesgos. Lo más importante es no descuidar la psicología de la inversión en dividendos, que se pone de manifiesto en:

  • El efecto retrovisor a la hora de tomar decisiones de compra o no comprar acciones de una empresa que ya tenemos en cartera porque están más caras que cuando las compramos anteriormente.
  • Vender cuando una empresa cae de manera brusca por miedo a perder la inversión, sin valorar si se trata de una oportunidad de mercado.
  • No vender cuando una empresa cae de manera brusca por deterioro de los fundamentales e incluso promediar a la baja para reducir el precio medio y «perder menos». Cuidado, porque lo cierto es que pierdes menos porcentaje de la inversión pero pierdes un importe mayor.
  • Vender pensando que podrás comprar más barato. Nadie sabe lo que va a pasar en el futuro y actuar así es jugar a ser vidente.

¡Que tengas buena caza!

Y si quieres saber más…

Si quieres profundizar un poco más en la importancia de la psicología de las inversiones, en estos artículos tratamos con mucho más detalle algunas cuestiones:

Si quieres saber más sobre invertir en dividendos lee esta página. Y si prefieres entrar en profundidad en algún aspecto concreto de esta estrategia de inversión, aquí tienes las diferentes secciones en las que se tratan.



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